Aug 12, 2011

La oralidad en la construcción de identidad: que se puede hacer desde la promoción de lectura

Por toto

“La identidad narrativa permite al agente  aprehender la totalidad de sus acciones como suyas (y no como una diversidad incoherente), en la singularidad de una unidad temporal única y propia, pero que no es la identidad estable e inmutable de la sustancia aristotélica.

El concepto de identidad narrativa permite incluir el cambio en la cohesión de una vida. El agente actúa en el mundo y en el seno de un contexto dado, pero al mismo tiempo, el sentido de su acción sólo le es accesible a través de la lectura (o narración digo yo) de su historia. Es posible ver aquí el aspecto circular, a la vez pasivo y activo, de esta comprensión: en el mismo acto que me comprendo a mí mismo a través de la narración, me construyo”.
Paul Ricoeur
 

                  Entender la oralidad en una perspectiva de configuraciones identitarias puede sonar un poco abstracto, en tanto no haya un marco práctico que lo referencie. Sin embargo, se parte del hecho de que nuestro contexto latinoamericano está fundado sobre unas raíces indígenas y afrodescendientes donde el mito, la leyenda, la narración, el canto y la danza forman parte de la construcción cultural, es decir, en tanto dichas raíces no emergieron desde un carácter de cultura escrita, sino como una experiencia fundante más vital, que ocurre en la oralidad, como un ethos[1]. 

            El antropólogo Jêrman Argueta reconoce a la oralidad como un hecho comunicacional que refleja la conciencia e identidad cultural de los pueblos. Afirma que la palabra en la oralidad tiene lo mejor del ser humano porque permite la cohesión de los grupos sociales y comunitarios […][2], es decir, puesto que es un aspecto que permite la comprensión desde el tiempo vivido, el tiempo presente y el tiempo por vivir.

                Desde esta óptica, se podría afirmar que la oralidad transversaliza todo el proceso de identidad cultural, en tanto es el elemento sustancial de la comunicación, el reconocimiento y la interacción con el medio en que se habita. La oralidad, y en su defecto la narración oral “da rienda suelta a ese pasado que está llamando continuamente a su presente, recordándole que no está muerto”[3].           


         Comprender esta lógica de la oralidad es comprendernos. Es tener presente el pasado. Es acercar la historia, nuestra historia, a través de una dinámica donde el recuerdo es perpetuo porque se acude a él a través del mito, del canto, de la danza, del encuentro con la narración de personajes y hechos que han marcado el trasegar de una comunidad. Y es en la narración, donde entra a jugar de manera significativa el encuentro con el libro, puesto que, como bien lo planteó Borges el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación. En esta medida, la relación oralidad – libro van casi de la mano en la lucha por el reconocimiento a las raíces ancestrales indígenas y afrodescendientes, que han sido el soporte de nuestra cultura pluriétnica, y que han quedadosubsumidas y asimiladas dentro del dominio de la cultura letrada[4] a partir de los procesos de colonización. De ahí que el planteamiento de Paul Ricoeur cuando dice que “en el mismo acto que me comprendo a mí mismo a través de la narración, me construyo”[5], se traduce en un llamado a la reflexión para que esas lógicas de irrupción que han conllevado a la pérdida de muchas de las prácticas identitarias de comunidades indígenas y afros, específicamente las que tienen que ver con prácticas narrativas, se retomen dentro de unas dinámicas proyectivas y concretas por parte de quienes creen en esa lucha por el rescate de las tradiciones ancestrales. 


Oralidad y promoción de lectura 

                El libro es el soporte del conocimiento, la imaginación y del encuentro con el otro, con lo otro. Es la extensión de la memoria, y en esta medida se traduce en un elemento de gran contribución a la recuperación de aquellos rasgos y características propias de la configuración de identidad. De ahí que su relación con la oralidad es de absoluta pertinencia, en especial porque en el mundo actual con su propensión a masificar, donde se han visto  comprometidas las estructuras políticoeconómicas, sociales y culturales, y que ha conllevado a cuestionar la escritura como símbolo de poder y vehículo principal de transmisión del saber, el libro propende por la participación activa del individuo en pro de la colectividad. Libro y oralidad entonces en un compromiso que busca contrarrestar los procesos globalizantes y de transculturización, para posibilitar el conocimiento y el reconocimiento de nuestra historia.
      
Es en esta dirección en la cual se concibe el presente planteamiento en el que la relación libro – oralidad, se sume al trabajo que instituciones, gremios y personas realizan en pro la recuperación de los rasgos culturales de una determinada comunidad. Para ello es necesario establecer  un marco metodológico  que vincule al lector con sus raíces, su historia y su ser, y que a través de la adopción de estrategias posibiliten estimular hacia la comprensión de las dinámicas políticas, económicas, sociales y culturales en que se mueve la configuración de la identidad. Pero, de igual manera se considera necesario tener conocimiento de alguna política estatal que dé horizonte a las acciones que se pretendan ejecutar, y que permita la articulación de las concepciones macro respecto a determinada cultura, con las prácticas micro que surjan a partir de la vinculación del libro.  

             Por lo tanto, y partiendo de que las propuestas de acercamiento al libro tienen como referente estratégico la promoción de la lectura, la cual se concibe como una práctica de intervención sociocultural dirigida a la construcción individual, comunitaria y social, es importante que ésta rescate la oralidad dentro de sus estrategias y la direccione hacia un reencuentro con la cultura.

             Pero es importante que para realizar un trabajo de esta índole, se requiere dejar de lado esa consideración de promoción de lectura desde la funcionalidad institucional, en tanto, luego de casi quince (15) años en que esta práctica ha asumido un rol protagónico en el entorno bibliotecario especialmente, es evidente su inclinación hacia un cumplimiento meramente estadístico. De ahí que las actividades que se ejecutan no responden realmente a unos objetivos y un plan de trabajo sociocultural claro.

           En este contexto, y con el ánimo de brindar un apoyo hacia la construcción de un proyecto de promoción de lectura que contribuya, desde la oralidad, con la recuperación de las costumbres, mitos y leyendas ancestrales, se resalta el hecho de que en Colombia se haya creado la Ley 1381 a partir de la cual se dictan las normas enfocadas al reconocimiento, fomento, protección, uso, preservación y fortalecimiento de las lenguas de los grupos étnicos, puesto que se convierte en un impulso para la restitución histórica y cultural con las comunidades indígenas del país, ya que en el sentido más amplio, la lengua es el puente entre la visión cosmogónica y la transmisión de saberes y creencias donde la oralidad es la pieza clave para su asimilación. Y no se trata de que se esté planteando una propuesta donde se requiere la experticia lingüística, o que haya que asumir un trabajo de promoción de lectura en el que se tenga que hablar en una lengua indígena determinada, sino que esta Ley, por ejemplo, puede ser el marco estatal desde donde se establezcan las bases de un programa de lectura que asuma un marco temático transversalizado por los mitos, las leyendas, las historias de personajes y culturas ancestrales, y atravesado estratégicamente por la oralidad. En esta medida, la narración oral recupera un papel protagónico en los espacios donde se promueva el libro. Se convierte en una estrategia que puede conllevar a un lector a unir concepciones espaciotemporales, y a tener bases claras sobre el desarrollo histórico, político, económico, etc., de su contexto.     

             Visionar la promoción de lectura en esta dimensión, es facilitar las herramientas que posibilitarían un encuentro entre configuraciones interculturales distintas. Es favorecer espacios donde la narración se traduce en portadora de un lenguaje que describe un contexto determinado, una forma de pensamiento y unas problemáticas humanas y su manera de resolverlas. Es propiciar el acercamiento a las cosmogonías de nuestras comunidades ancestrales, a través de acciones que relatan y describen la naturaleza del mito y la leyenda, y su impacto en la construcción de identidad.

Es así como la oralidad y la promoción de lectura se convertiría en el puente de comunicación entre la historia pasada y presente de nuestra razón de ser como herederos de unas culturas originarias, y dónde el acercamiento al libro y a la lectura estaría permeado por la narración como un precepto que conllevaría a que la lectura del mundo preceda a la lectura de la palabra[6]* escrita.  

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 [1] VERGARA ESTEEVEZ, Jorge. Cultura y mestizaje en América Latina: una crítica a la tesis de la identidad cultural mestiza.                 Internet: (http://www.ensayistas.org/filosofos/argentina/roig/homenaje/vergara.htm) 

[2] ARGUETA, Jermán. Las pulsaciones de la oralidad. De cuenteros, escritores, encantamientos y otras variaciones. Colectivo Memoria y Vida Cotidiana. En: Expresión Literaria en Preescolar. Antología Básica. UPN. México, 1994. p. 6.

[3] CASAROTTI, Eduardo. Paul Ricoeur. La constitución narrativa de la identidad personal. Revista al tema del hombre, serie Filósofos de Hoy. Internet: (http://www.chasque.net/frontpage/relacion/9905/filosofos_de_hoy.htm )

[4] SZURMUK, Mónica; MCKEE IRWIN, Robert.Diccionario de estudios culturales latinoamericanos. México. Ed. Siglo XXI. 2009. P. 200.

[5] CASAROTTI, Eduardo. Paul Ricoeur. La constitución narrativa de la identidad personal.Revista al tema del hombre, serie Filósofos de Hoy. Internet: http://www.chasque.net/frontpage/relacion/9905/filosofos_de_hoy .htm

[6] * Planteamiento de Pablo Freire en el texto La importancia del acto de leer donde establece los postulados que considera importantes alrededor de la lectura.

2 comments:

Manuel Duran said...

No cabe más que decir... FELICITACIONES. Un post redactado con rigor. Apenas una lectura no basta, tengo que mirarlo de nuevo, pero apunta a lo que debemos hacer desde las bibliotecas, a la labor social del bibliotecólogo. #FB

Marisol said...

Muy acertada la publicación, gracias. Una acotación. Ha empleado tres veces el verbo "conllevar" seguido de la preposición "a", lo cual es incorrecto. Conllevar es un verbo transitivo que significa ‘implicar o suponer’ y ‘sobrellevar o soportar’; así pues, no es sinónimo de llevar, por lo que, como indica el Diccionario panhispánico de dudas, no es adecuado utilizar el verbo seguido de la preposición a.

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