Jun 6, 2020

La promoción de lectura desde el usuario de la información

Por

toto

 

El verbo leer no soporta el imperativo.
Daniel Pennac

 

La presente reflexión en torno a lo que implica promover la lectura en las bibliotecas públicas, invita a que se tengan en cuenta las diferentes tipologías textuales bajo la premisa de ampliar las concepciones sobre lector, lectura y promoción de lectura.  

Las bibliotecas públicas, la sociedad de la información y la lectura

Como espacios en los que converge público heterogéneo con sus distintas necesidades, gustos y deseos, las bibliotecas públicas se convierten en una posibilidad para comprender las lógicas culturales, educativas y sociales en que se mueve la lectura. Son un eslabón sustancial, en primer lugar, para que se asuman, a sí mismas, como promotoras de lectura que responden a unas demandas de la comunidad usuaria y aportan a una sociedad más incluyente y participativa.

Y, en segundo lugar, como promotoras de lecturas que deben viabilizar estrategias para que se estimulen diálogos intertextuales entre las distintas necesidades lectoras de sus usuarios. Es decir, con base en la realidad se podría enunciar que, todavía, las bibliotecas públicas no han comprendido que la práctica de la lectura asume, no solo, el texto literario, sino el texto científico, informativo e hipermedial.

 

Lo anterior se recrea en el contexto de la sociedad de la información y el conocimiento, en que el accionar de las bibliotecas públicas frente al usuario de la información, toma mayor relevancia, en tanto sus demandas informacionales, de lectura y de acercamiento al arte, se cimientan en la variabilidad. Es decir, no es lo mismo un usuario informado que un usuario informacionalizado a quien se le brinda una gama de posibilidades de fuentes y recursos de información, desde los cuáles puede concebir, comprender o, simplemente, ojear, de acuerdo a su inquietud o gusto. De ahí que según Magán Wals (2004)

[…] la importancia de las bibliotecas [publicas] no reside en su capacidad para suministrar información, ocio y conocimiento. Su grandeza radica en […] lograr que este conocimiento sea motor del cambio de nuestras sociedades, a fin de que estas sean más justas, más solidarias y más comprometidas (p. 1).

 

Por lo tanto, el usuario informacionalizado podría ser caracterizado como aquel que, de acuerdo a su necesidad, accede a la biblioteca pública a usar sus fuentes y recursos, bien, en el plano de una consulta; bien, por un asunto investigativo o bien, como lector, para luego compartir, debatir y reflexionar de cara a su entorno individual, familiar o social cercano, lo que se traduce en una contribución de la biblioteca pública a la cohesión social de una comunidad determinada.   

El usuario de la información es un lector / El lector es un usuario de la información



Desde Buonocore (citado por Rojas, 1998), los usuarios de la información se asumen como "... aquellos que habitualmente utilizan uno o más de sus servicios [los de una biblioteca pública]" (p. 39), por lo que podríamos decir que dentro de sus prácticas informacionales está presente la lectura, y, en sumo, también, es un lector. Esto implica que dentro de la oferta o programación de promoción de lectura, las bibliotecas públicas tengan presente las necesidades y gustos de los usuarios que acceden para leer el periódico y las revistas; que asisten a teatro, a cine; que aprovechan las salas para charlar alrededor de la noticia del momento, o, que, simplemente, acuden para dar vuelta por los espacios bibliotecarios. El usuario de la información-lector necesita que los promotores de lectura no centren su accionar bibliotecario sólo en textos del "había una vez...", pues, en los textos informativos y científicos existe una estética que el usuario desea asimilar, pero, que, por su grado de complejidad, requiere que le sea expuesto desde metodologías que le viabilicen el saber.

Así que es necesario concebir que los usuarios de la información son lectores. No limitan su demanda al texto literario, pues, establecen el paralelo intertextual, según su disposición. Bien por iniciativa o estímulo, comprenden la sinergia entre los mundos posibles y el mundo real. Por consiguiente, la promoción de lectura debe posibilitarles espacios en los que su apreciación y gusto sea parte de la agenda bibliotecaria, no como un asunto casual, sino como un continuo encuentro en el que fluyen diálogos y lecturas entre distintas tipologías textuales.


Por su parte, el lector que acude a las bibliotecas públicas (aquel que, posiblemente, de manera sesgada, relacionamos, en exclusiva, con el texto literario), también, es un usuario de la información y requiere congeniar su gusto con el saber informativo y científico. Su necesidad informacional invita a que la promoción de lectura amplíe el espectro conceptual y metodológico de lo que es leer. Es decir, el "había una vez..." debe dialogar con otras tipologías textuales a través de variadas didácticas (debates, conversatorios, cine, teatro...) que posibiliten que el deseo, la necesidad y el gusto interactúen sin precaución alguna. El lector-usuario de la información exige que en las bibliotecas públicas se les brinde el espacio para que los mundos posibles refieran intercambios de análisis con las realidades. Su fascinación necesita de la historia, del saber y la ciencia.

A estos se suman los usuarios-lectores hipermediales. ¿Qué se ha hecho en las bibliotecas públicas por ellos? ¿Qué oferta de promoción de lectura hipermedial se les ha ofrecido? Aunque, complejo, el entorno hipermedial presenta necesidades muy precisas por parte de quienes lo usan. Son usuarios de la información y son lectores. Lo escrito, el audio o lo visual son las fuentes de su demanda. Por lo tanto, es casi obligatorio que la promoción de lectura los registre en el abanico de posibilidades que ofrecen. Lo que implica, igualmente, una mirada más amplia acerca de, ¿qué es leer? ¿Qué es la lectura?, y, ¿qué es promover lectura?


En este orden de ideas, por la heterogeneidad de sus usuarios y la variabilidad de sus necesidades informacionales, es imperativo que la promoción de lectura en las bibliotecas públicas se asuma desde una mirada holística frente a los conceptos, categorías o denominaciones de leer, lectura y lector. De no ser así, es posible que se siga promoviendo la lectura de literatura, limitando conceptual y metodológicamente tales conceptos…  Sumado a que, desde un plano práctico y operativo, sólo se esté promoviendo la colección literaria, dejando de lado la colección general, de hemeroteca y audiovisual.

 

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Fuentes de consulta


-  Alfaro Torres, Paloma; Sánchez García, Sandra. (). El papel de la biblioteca en la sociedad de la información. España: Universidad de Castilla La Mancha.

- Lucas Marín, Antonio. (2000), La Nueva Sociedad de la Información: Una Perspectiva Desde Silicon Valley. España: Editorial Trotta, S.A.

- Magán Wals, José Antonio. (2014). La biblioteca pública en la sociedad de la información: Índice del desarrollo humano. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.

-  Moreno Plaza, Gabriel. (1998). La liberación del lector en la sociedad postmoderna. Puerto Rico: Universidad de Puerto Rico.

- Pineda de Alcázar, Migdalia. (1996). Sociedad de la información: nuevas tecnologías y medios masivos. Venezuela: La Universidad del Zulia, Facultad de Humanidades y Educación, Escuela de Comunicación Social.

- Rojas Gutiérrez, Estrellita. (1997). El usuario de la Información. Costa Rica: Universidad Estatal a Distancia.

- Ruiz de Querol, Ricard; Buira, Jordi. (2007). La sociedad de la información. Barcelona: Editorial UOC.

Fuente imágenes

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