Por
toto
... Antes sería
interesante preguntarse ¿qué es una práctica?, y aún mejor, ¿cómo se configura
una práctica? Ahora, es posible que alguien pregunte ¿una práctica de
qué...?, lo que permitiría brindar una respuesta que la relaciona con los
ámbitos culturales, sociales, educativos, políticos, etc. Pero, se considera
que el desarrollo de la presente reflexión pueda ofrecer, no una, sino varias
respuestas.
Desde una apreciación
muy básica la "práctica" se enmarca dentro de un continuo quehacer, a
veces rutinario, que conlleva a que un sujeto la introyecte, incorpore en la
dimensión bourdiana, de manera consciente o inconsciente y que refleja a través
de su conducta. Es decir, es un acto ligado al gusto, pero también a la
respuesta de una demanda social, económica, laboral, entre otras, que, en
ocasiones, puede tener matices de obligatoriedad, así se esté en disgusto o en
desacuerdo con ella. En este sentido, una práctica puede
conllevar a que el sujeto la realice en la perspectiva de responder a una
demanda de convivencia o de compromiso que solo se limitaría al cumplimiento,
al consumo, al deber…, más, no como un eslabón para adquirir un habitus
enfocado hacia su proyección del ser y del hacer.
Por lo tanto,
reflexionar sobre la lectura como práctica en un contexto determinado, es
analizarla desde las dinámicas que se tejen dentro del ámbito familiar,
escolar, social y estatal, que son desde donde, se supone, se proveen los mecanismos de disposición[1] que
involucrarán al sujeto en las dinámicas sociales.
Así entonces, en el
ámbito familiar la práctica pende,
por una parte, del capital cultural[2] que tengan los
padres, entendido éste como la herencia, la educación, el cimiento desde donde
establecen la interacción social, la concepción del mundo y su proyección; y
por otra parte, de las nuevas dinámicas que la evolución del mundo les imponga
para proceder frente a los hijos, frente al otro. Cabe considerar aquí también,
la disposición que tengan los hijos, en tanto nueva generación, con otras
maneras de comprender y concebir, que los lleva a asumir una práctica tal
dentro de sus cotidianidades.
De ahí que comprender
la lectura en este ámbito, como una práctica que reside en lo cultural
y social, requiere de unos mecanismos de disposición amparados en la simbología, la
imagen, el arte, la manera en que se interacciona con la radio, el televisor,
la internet, el celular, etc., los cuales incidan en la incorporación de la misma, dentro
de las prácticas familiares, educativas y sociales de sus miembros, en pro de
que se construya una cosmovisión bajo un carácter que involucre el gusto, la
crítica y la autorreflexión, como aspectos de la evolución del ser y del hacer.
En el ámbito escolar asumir
la lectura como práctica involucraría al estudiante, al maestro, a la
institución y a los padres de familia, puesto que son quienes conforman la
comunidad educativa que propende por configurar las acciones que llevarían a un buen
fin el que dicha práctica sea incorporada en el estudiante. Al respecto cabe tenerse en cuenta que es fundamental lo que se haga en el ámbito familiar en torno a ella.
Y es aquí, en la escuela, donde también toma importancia el ejemplo. Esto es, desde el marco institucional trabajar alrededor de un proyecto de lectura transversal al currículo. Utilizar la simbología, las artes y los hechos históricos como estrategia de ambientación de las aulas. Que los maestros utilicen algunos tiempos para leer en la biblioteca, en el aula, en el patio... Que su pedagogía contemple el interrogante, la pregunta abierta, la ambientación del aula con retratos, imágenes respecto al tema, música, biografías, etc., con el objeto de ampliar las posibilidades de comprensión de los temas; pero, al tiempo, para tratar de incentivar el acercamiento a los autores y textos. Esto podría contribuir no solo con la lectura de contenidos, sino también de los contextos.
Todo lo anterior, sin embargo, debe estar respaldado por una política estatal de lectura a través de la cual se posibiliten lineamientos que conlleven a un engranaje de los diferentes ámbitos. Pero esto requeriría una mirada más sistémica del contexto, es decir, el todo y sus partes, y sus partes hacia el todo. Esto quiere decir, por ejemplo, que una política de lectura para una sociedad parte de la lectura que se haga de ella; esto es, comprender las particularidades culturales y sociales que se tienen en pequeñas, medianas y grandes comunidades, pues, son ellas las llamadas a generar mecanismos de disposición que llevarían, posteriormente, a que los sujetos reflejen un comportamiento determinado en los diferentes ámbitos y a establecer un horizonte de proyección en el ser y en el hacer.
Así entonces, se podría considerar que la lectura contaría con un escenario que le posibilitaría traducirse en una práctica cultural cimentada en unas raíces sembradas en el ámbito familiar y escolar, y que cuenta con los medios para consolidarse en un quehacer consciente de cotidianidad del sujeto; es decir, entendida no como un asunto de mecanización, sino, como una práctica que, bien sea por gusto, por necesidad, por cumplimiento, etc., el sujeto acude a ella desde un marco de naturalidad porque es parte de sus decisiones.
[1]. Entendidos
desde Bourdieu (1998) como aquellas acciones que hacen que un "algo"
sea realizado o asimilado por el sujeto para asumir los
compromisos o para su proyección.
[2]. Bourdieu,
Pierre. (1998). La distinción. Criterios y bases sociales del gusto.
Madrid: Ed.Taurus.
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(1993). La lectura una práctica cultural: Debate entre Pierre
Bourdieu y Roger Chartier. En: Prácticas de la lectura / Roger
Chartier. Bolivia: Plural editores.
3.
García Canclini, Nestor. Et. al. (20015). Hacia una antropología de
los lectores. México: Ediciones culturales Paidós S.A.
4.
Ramírez Leyva, Elsa M. [Comp.]. (2006). Las prácticas sociales de
la lectura: memoria del segundo seminario lectura: pasado, presente y
futuro. 22 - 24 de noviembre de 2005. México. Centro Universitario
de Investigaciones Bibliotecológicas. UNAM.
Fuentes
de imágenes:
-http://es.slideshare.net/nadyamarisha/el-aprendizaje-de-la-lectura-y-escritura-7853500