Por: toto
"El sujeto…, no se conoce a sí mismo directamente, sino sólo a través de los signos depositados en su memoria y su imaginario por las grandes culturas” – Paul Ricoeur
Como ejercicio generador de placer y recreación de la imaginación. Como elemento de apoyo al área comunicativa de la educación, e igualmente como acto socializador, la lectura tiene hoy un reconocimiento que le ha permitido abrirse campo en espacios externos a los servicios bibliotecarios. Por tal razón, es de considerar que su promoción debe ir mirando nuevos rumbos que le permitan extender también las estrategias utilizadas para el acercamiento entre un texto, un autor y el lector.
Es importante, para efectos de este escrito, considerar el término texto como todo dato tangible e intangible que permite dimensionar ideas de la historia, la ciencia, la política, la cultura, etc., a partir del cual se configuran los imaginarios en el pensamiento, esto es, toda información que, escrita o no, nos permite crearnos unos elementos de conocimiento frente al medio que nos rodea. En esta medida, el texto pasa a ser todo aquello que rodea a un sujeto y que le brinda información para la toma de posición respecto a su rol en el medio y frente a sí mismo. Por lo tanto, la historia, las teorías, las imágenes, los edificios, las calles, los jardines, el viento, el mar, las personas, lo otro… son textos que deben ser promovidos como ejercicios de lectura, es decir, y partiendo de la relación información – texto, se podría afirmar que, si la información es todo aquello que nos ofrece percepciones a los sentidos, y si el texto, tal como aquí se visiona, nos provee información, entonces todo aquello que percibimos es un texto para ser leído.
Desde esta óptica, y en relación a la promoción de la lectura vale la pena preguntarse: ¿por qué se promueve solo el texto escrito? ¿Por qué se promueve solo la literatura, y en especial la narrativa o la prosa? ¿Qué pasa con los textos informativos y especializados (enciclopedias, diccionarios, de experimentos…) que no son promovidos en los espacios de acercamiento al lector?, y por último, ¿qué pasa que el medio histórico, social, político, cultural, científico, considerado texto, no es promovido y debatido dentro de los espacios de promoción de la lectura? Al respecto, se podría traer a colación a Pablo Freire cuando dice que «la lectura del mundo precede a la lectura de la palabra […]», y prosigue enunciando que «la comprensión del texto […] implica la percepción de relaciones entre el texto y el contexto» [Freire: 1997. Pág. 94], es decir, y en relación a las estrategias de promoción de la lectura que hoy se presentan, valdría la pena reflexionar sobre, si el ejercicio de promotor de lectura se ha estancado o especializado, uno, en la promoción del texto escrito, y dos, en la promoción de novelas, cuentos, poesías… a tal punto que recrear la imaginación literaria se contrapone a la recreación de la imaginación frente a la realidad. En este punto se entiende por qué el trabajo institucional y personal se centra en la lectura por y para el placer, lo cual se considera contradictorio, cuando el discurso, casi estandarizado, plantea la formación de lectores críticos, analíticos, autónomos, etc., pero, bajo tal centramiento de la promoción, se podría decir que se forman lectores conocedores de autores y novelas, cuentos, etc., esto es, lectores conocedores de literatura narrativa o prosa, pero que se obvia la formación de lectores del contexto, de su contexto.
Esta dimensión de la lectura por placer se percibe «coja» respecto al lector, en tanto, desde la percepción de Silvia Castrillón la lectura se dimensiona como «un proceso [s] continuo [s] de construcción de sentido, de apropiación y proyección del conocimiento y de toma de conciencia sobre el ser humano y su situación en el mundo». (Castrillón, 2007. Pág. 2). Por eso, se hace necesario replantear las estrategias de acercamiento a los textos escritos, por una parte considerando que el contexto global político, económico … es también un texto para acercar al lector hacia su realidad, y por otra parte para que el promotor de lectura no se especialice en autores y textos de novelas, poesías, etc.
La lectura y su promoción debe ser concebida como un ejercicio de comprensión e interpretación de textos, y estos últimos concebidos como la información que perciben los sentidos a través de la palabra escrita o el devenir de la sociedad, esto contribuiría sustancialmente con la configuración de los sentidos e imaginarios que los sujetos tengan de la realidad, de su realidad. Sujetos que sean permeados por una cultura de lectura de textos que los lleven al conocimiento de sí mismos, a partir de las improntas que éstos dejen en su pensamiento.
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• CASTRILLÓN, Silvia. Alfabetización, ciudadanía y toma de conciencia. En: leyendo vale: lectura, educación y ciudad. Fundalectura. 2007
• FREIRE, Pablo. La importancia de leer y el proceso de liberación. Siglo XXi editores. México. 1997.
• Ricoeur, Paul. Autobiografia Intelectual. Ediciones Nueva Visión. Bs. As. Argentina. 1997.