Jun 6, 2020

La promoción de lectura desde el usuario de la información

Por

toto

 

El verbo leer no soporta el imperativo.
Daniel Pennac

 

La presente reflexión en torno a lo que implica promover la lectura en las bibliotecas públicas, invita a que se tengan en cuenta las diferentes tipologías textuales bajo la premisa de ampliar las concepciones sobre lector, lectura y promoción de lectura.  

Las bibliotecas públicas, la sociedad de la información y la lectura

Como espacios en los que converge público heterogéneo con sus distintas necesidades, gustos y deseos, las bibliotecas públicas se convierten en una posibilidad para comprender las lógicas culturales, educativas y sociales en que se mueve la lectura. Son un eslabón sustancial, en primer lugar, para que se asuman, a sí mismas, como promotoras de lectura que responden a unas demandas de la comunidad usuaria y aportan a una sociedad más incluyente y participativa.

Y, en segundo lugar, como promotoras de lecturas que deben viabilizar estrategias para que se estimulen diálogos intertextuales entre las distintas necesidades lectoras de sus usuarios. Es decir, con base en la realidad se podría enunciar que, todavía, las bibliotecas públicas no han comprendido que la práctica de la lectura asume, no solo, el texto literario, sino el texto científico, informativo e hipermedial.

 

Lo anterior se recrea en el contexto de la sociedad de la información y el conocimiento, en que el accionar de las bibliotecas públicas frente al usuario de la información, toma mayor relevancia, en tanto sus demandas informacionales, de lectura y de acercamiento al arte, se cimientan en la variabilidad. Es decir, no es lo mismo un usuario informado que un usuario informacionalizado a quien se le brinda una gama de posibilidades de fuentes y recursos de información, desde los cuáles puede concebir, comprender o, simplemente, ojear, de acuerdo a su inquietud o gusto. De ahí que según Magán Wals (2004)

[…] la importancia de las bibliotecas [publicas] no reside en su capacidad para suministrar información, ocio y conocimiento. Su grandeza radica en […] lograr que este conocimiento sea motor del cambio de nuestras sociedades, a fin de que estas sean más justas, más solidarias y más comprometidas (p. 1).

 

Por lo tanto, el usuario informacionalizado podría ser caracterizado como aquel que, de acuerdo a su necesidad, accede a la biblioteca pública a usar sus fuentes y recursos, bien, en el plano de una consulta; bien, por un asunto investigativo o bien, como lector, para luego compartir, debatir y reflexionar de cara a su entorno individual, familiar o social cercano, lo que se traduce en una contribución de la biblioteca pública a la cohesión social de una comunidad determinada.   

El usuario de la información es un lector / El lector es un usuario de la información



Desde Buonocore (citado por Rojas, 1998), los usuarios de la información se asumen como "... aquellos que habitualmente utilizan uno o más de sus servicios [los de una biblioteca pública]" (p. 39), por lo que podríamos decir que dentro de sus prácticas informacionales está presente la lectura, y, en sumo, también, es un lector. Esto implica que dentro de la oferta o programación de promoción de lectura, las bibliotecas públicas tengan presente las necesidades y gustos de los usuarios que acceden para leer el periódico y las revistas; que asisten a teatro, a cine; que aprovechan las salas para charlar alrededor de la noticia del momento, o, que, simplemente, acuden para dar vuelta por los espacios bibliotecarios. El usuario de la información-lector necesita que los promotores de lectura no centren su accionar bibliotecario sólo en textos del "había una vez...", pues, en los textos informativos y científicos existe una estética que el usuario desea asimilar, pero, que, por su grado de complejidad, requiere que le sea expuesto desde metodologías que le viabilicen el saber.

Así que es necesario concebir que los usuarios de la información son lectores. No limitan su demanda al texto literario, pues, establecen el paralelo intertextual, según su disposición. Bien por iniciativa o estímulo, comprenden la sinergia entre los mundos posibles y el mundo real. Por consiguiente, la promoción de lectura debe posibilitarles espacios en los que su apreciación y gusto sea parte de la agenda bibliotecaria, no como un asunto casual, sino como un continuo encuentro en el que fluyen diálogos y lecturas entre distintas tipologías textuales.


Por su parte, el lector que acude a las bibliotecas públicas (aquel que, posiblemente, de manera sesgada, relacionamos, en exclusiva, con el texto literario), también, es un usuario de la información y requiere congeniar su gusto con el saber informativo y científico. Su necesidad informacional invita a que la promoción de lectura amplíe el espectro conceptual y metodológico de lo que es leer. Es decir, el "había una vez..." debe dialogar con otras tipologías textuales a través de variadas didácticas (debates, conversatorios, cine, teatro...) que posibiliten que el deseo, la necesidad y el gusto interactúen sin precaución alguna. El lector-usuario de la información exige que en las bibliotecas públicas se les brinde el espacio para que los mundos posibles refieran intercambios de análisis con las realidades. Su fascinación necesita de la historia, del saber y la ciencia.

A estos se suman los usuarios-lectores hipermediales. ¿Qué se ha hecho en las bibliotecas públicas por ellos? ¿Qué oferta de promoción de lectura hipermedial se les ha ofrecido? Aunque, complejo, el entorno hipermedial presenta necesidades muy precisas por parte de quienes lo usan. Son usuarios de la información y son lectores. Lo escrito, el audio o lo visual son las fuentes de su demanda. Por lo tanto, es casi obligatorio que la promoción de lectura los registre en el abanico de posibilidades que ofrecen. Lo que implica, igualmente, una mirada más amplia acerca de, ¿qué es leer? ¿Qué es la lectura?, y, ¿qué es promover lectura?


En este orden de ideas, por la heterogeneidad de sus usuarios y la variabilidad de sus necesidades informacionales, es imperativo que la promoción de lectura en las bibliotecas públicas se asuma desde una mirada holística frente a los conceptos, categorías o denominaciones de leer, lectura y lector. De no ser así, es posible que se siga promoviendo la lectura de literatura, limitando conceptual y metodológicamente tales conceptos…  Sumado a que, desde un plano práctico y operativo, sólo se esté promoviendo la colección literaria, dejando de lado la colección general, de hemeroteca y audiovisual.

 

------------------------------------------------------------

Fuentes de consulta


-  Alfaro Torres, Paloma; Sánchez García, Sandra. (). El papel de la biblioteca en la sociedad de la información. España: Universidad de Castilla La Mancha.

- Lucas Marín, Antonio. (2000), La Nueva Sociedad de la Información: Una Perspectiva Desde Silicon Valley. España: Editorial Trotta, S.A.

- Magán Wals, José Antonio. (2014). La biblioteca pública en la sociedad de la información: Índice del desarrollo humano. Madrid: Universidad Complutense de Madrid.

-  Moreno Plaza, Gabriel. (1998). La liberación del lector en la sociedad postmoderna. Puerto Rico: Universidad de Puerto Rico.

- Pineda de Alcázar, Migdalia. (1996). Sociedad de la información: nuevas tecnologías y medios masivos. Venezuela: La Universidad del Zulia, Facultad de Humanidades y Educación, Escuela de Comunicación Social.

- Rojas Gutiérrez, Estrellita. (1997). El usuario de la Información. Costa Rica: Universidad Estatal a Distancia.

- Ruiz de Querol, Ricard; Buira, Jordi. (2007). La sociedad de la información. Barcelona: Editorial UOC.

Fuente imágenes

        - https://pixabay.com/es/


Jul 1, 2019

El poslector: una reflexión en el contexto de la posverdad



Por
toto

                                                                 
“Hablar de guerra entre lo visual y lo escrito me parece
 totalmente superado. Lo que necesitamos analizar por el contrario es la sinergia entre los dos”.
Umberto Eco 


Se acude, simplemente, al sentido común, para poner sobre la mesa la discusión acerca de la práctica de la lectura en la actualidad. Es una reflexión, quizás tradicionalista y romántica, acerca de cómo hoy, a partir de la "excusa" de las nuevas tecnologías, la lectura se defiende como una práctica que advierte nuevos modos de leer (Barbero, s.f.). De lo que se trata, si es posible, es de ubicar las razones que sustentan las nuevas prácticas de la lectura en relación a planteamientos que aluden al hábito, la comprensión y al pensamiento crítico y propositivo cuando se supone ser lector. 

Para ello, y a manera de una escueta metáfora, la reflexión se propone en el contexto de la posverdad como marco en el que están inmersos una serie de aspectos en los cuáles se podría apoyar la idea de que, para alguna gran parte de la sociedad, leer hoy es una apuesta por participar en el mundo del narcisismo digital y el funcionalismo lector, como la nueva lógica de una cadena social respecto a decisiones que suponen el desarrollo.

La emocionalidad como fuente de posrelatos: el espejo del narcisismo digital 

Antes que nada, se propone hacer un pequeño sondeo sobre el término actual de la posverdad. Fowks (2017) alude que éste

               [...] recoge el núcleo de la novedad: que la verdad no es falsificada o contestada, pero es
               de segunda importancia. Antes el propósito de las mentiras en la política era crear una falsa 
               visión del mundo. Las mentiras [de la política hoy] no buscan tal cosa. No
               pretenden convencer a las élites, en quien sus votantes ni confían ni gustan, sino reforzar 
               prejuicios (párr. 102).     
  
Esto ha conllevado a que, casi la sociedad en masa, se comporte desde emocionales expresiones sin respaldo; otra parte se exprese, aún desde lo emocional, con posiciones un poco más elaboradas; mientras, otra parte, se dedica a observar, analizar y refutar. Y, las tres partes convergen, por ejemplo, en procesos definitivos de elección. La posverdad entonces, es como una telaraña cuyas líneas y nodos se estructuran desde distintas fibras y colores, según el interés de quien la crea. 

En el texto La posverdad emocional de Conangla i Soler (2018), los autores exponen una idea sobre ¿Cómo se fabrica un relato?, y hacen alusión a que

                 primero se genera un relato, y luego, se intenta insertar en la realidad destacando las
              pistas que lo avalan y escondiendo las que lo evidencian como equivocado; buscando 
              testimonios que lo apoyen y negando la participación pública a los disidentes, que 
              podrían generar dudas en los auditorios (párr. 8).  


Pareciera la descripción de una escena de Sherlock Holmes, aunque, en relación a la posverdad, la  inteligencia, habilidad, observación y el razonamiento deductivo que caracterizaban al protagonista de Conan Doyle, se ha transformado en personajes protagonistas caracterizados por la argucia, el estereotipo y la constante duda. Dos escenarios de ficción, uno, resultado de la capacidad literaria que entrama pistas para el gusto lector; el otro, producto de maquinarias interesadas que traman tretas para la consecución de la fama y el poder. Sin embargo, a pesar de lo ficticio, el literario es mejor porque es sensato.

Así las cosas, y como eje central de los comportamientos actuales, las redes sociales han propuesto unas, sui generis,  maneras de vivir, respaldadas en retóricos discursos sin fondo y prácticas de interacción cuya fuerza se basa en pasionales posiciones. De ahí que el Otro se ha convertido en el enemigo político, el bizarro y hacedor de un bulling social, donde sus mentiras son mis verdades, y viceversa, lo que ha llevado a la configuración de una sociedad que cree lo que no es y no cree lo que es. Una dinámica en que los seres humanos son eslabones de la desarticulada cadena propuesta por el poder y el estereotipo, pues, de lo contrario, se está por fuera de las adendas y los "me gusta" a los que se ha reducido hoy el hábitat y la convivencia con el medio.

Aquel hermoso verso de En vida hermano, en vida, si quieres ser feliz, a alguien que quieras mucho... díselo hoy, se muy bueno, se ha reducido a un figurín de pantalla en forma de sol y con gafas, pues, frente al ser amado, ya no se tiene la sensible valentía de decirle te amo, mirándolo a los ojos, debido a que se es tachado de cursi y de retro. Se vive más de un álter ego photoshopiado que omite la originalidad, por la ambición de pertenecer a un determinado grupo que ha hecho de la cotidianidad un whatsappista showbinismo virtual.

El asunto es que cuando cae la noche y se puede entrar en diálogo consigo mismo, es posible que la realidad se nos acueste a un costado, y nos muestre las escenas de esa pantomima en que estuvimos durante el día. Una enmascarada realidad de conversas sin sentido; fotografías con poses y gestos de lo que no somos y "amigos" a quienes, posiblemente, no conoceremos. Una abstracta verdad rodeada por rostros que no son y palabras que no se tienen, pero, que aceptamos porque, ¿o si no?, se es un retrógrado de ideas chuecas y antepasadas. Lo curioso es que, a pesar de que sabemos que aquello que está al otro lado no soy yo y no es quien dice ser, lo aceptamos debido a que, en ese otro mundo, se puede dar rienda suelta al deseo, a la "personalidad" y al ser imaginado. Es, por tanto, vivir en un artificial mundo paralelo que aceptamos solo porque él nos acepta, así sea desde su propia mentira.

Si la comunicación humana fue una necesidad para sobrevivir y compartir; hoy, paradójicamente, el desarrollo de las telecomunicaciones han viabilizado la incomunicación, pues, a pesar de que se está conectado todo el tiempo, también, todo el tiempo, se está aislado del otro bajo la excusa de que se tiene en pantalla... ¿Y los gestos? ¿Y las miradas? ¿Y los olores? ¿Y los suspiros...? ¿Dónde está la mística por sentir al otro? 

A la par, y más allá de discusiones gramaticales o de lenguaje, remitirse a los demás no exige una escritura que recurra al verso. La preocupación por un mensaje sencillo, pero, bien escrito, ha pasado a ser solo del ejercicio literario y científico. Si el mensaje puede tener algo del sentir y de la forma de ser, ahora es un sofisma del encantamiento virtual, puesto que no importa lo que se exprese, ni cómo se exprese, en tanto la vertiginosa aceleración no tiene tiempo para "cursilerías escriturales", solo para la nanoseducción. 

Y, en cuanto al lector del mensaje, pareciera que su conformidad está ligada al confort de saber que alguien "lo piensa", y hasta "lo quiere", porque lo sigue y cliquea que "le gusta". Así que no se preocupa por comprender el fondo de lo que le escriben, debido a que su alucinación digital no le permite dialogar con algo de razón para darse cuenta que al otro lado, lo más probable, quien está es su propia pareja que, por sus desplantes y frialdad, está buscando un ser más sensible. Aquel que, a través del, sí mismo virtual, le responde que es detallista, amoroso, caballero y bla, bla, bla... 

Se podría decir que las próximas generaciones recibirán de nosotros los inicios de la nanosociedad o nanovida. Se les dirá que hubo un tiempo, muy pasado, en el que se tenía pánico a la viralización de una fiebre, pero, que luego, llegó un neomundo en el que un requisito social era ser parte de la fiebre de lo viral. También se les tendrá que explicar por qué "el superficialismo, el ridiculismo y el showbinismo", son las "teorías" que fundamentan la "youtuberología, profesión" surgida con las prácticas del neomundo.

¿Y qué tiene que ver esto con la práctica de la lectura?

Por tanto, desde la óptica de los posrelatos, se plantea la pregunta acerca de la práctica de la lectura hoy, teniendo, muy en cuenta a Barbero (s.f.) cuando, desde lo que se podría decir un contraste al panorama anterior, invita a aprender a leer en tiempos audiovisuales..., considerando que "[...] los medios audiovisuales constituyen hoy un nuevo y poderoso ámbito de socialización, esto es, de elaboración y transmisión de valores y pautas de comportamiento, de patrones de gusto y de estilos de vida (p. 4). 

Y, es en específico, frente a las [...] pautas de comportamiento, de patrones de gusto [...] donde se instala la discusión respecto a la práctica de la lectura en el presente. Aceptando el hecho de que la gran mayoría de la población está conectada, bien a la red o a su móvil, se podría deducir que se lee y se escribe con continuidad. Ahora, y de pronto acudiendo al canon, ronda la pregunta sobre, ¿qué y cómo se lee hoy? Y, si la lectura implica y conlleva a un comportamiento, ¿cuál es el comportamiento lector en el contexto de lo digital y lo virtual?

Se entiende el comportamiento lector como la voluntad, sea por necesidad o por gusto, que conlleva a unas prácticas relacionadas con el hábito y la participación en apuestas por la lectura, la escritura, el arte y la formación. Es decir, una práctica que puede "ser parte" de la personalidad y la manera como se interactúa con los otros y con el medio, y que se expresa en un deseo continuo del lector que lo lleva a asumir una actitud y a ejecutar unas acciones alrededor de su encuentro con autores y textos. Esto se caracteriza por una disposición, una pausa para que tal encuentro se dé en términos de diálogo, interacción y reflexión desde donde se viabilicen, también, replanteamientos y posiciones del lector frente a lo que lee. En síntesis, se podría decir que el comportamiento lector se relaciona con un acto consciente del lector para decidir lo que lee, cómo lo lee y para qué lo lee.

En este orden de ideas, y en el contexto de la posverdad, enmarcado por un funcionalismo social en pro de lo que dice, más, no de lo que sustenta el poderoso, el famoso, el virtual "amigo fraterno" o el conocido, la práctica de lectura ha tomado otro ribete. La pausada interacción con autores y textos se ha transformado en una simple y rápida ojeada a resúmenes y someros análisis. Esto es, el wikipedismo prevalece sobre la reflexión y la proposición como lector, así lo que se lea allí no tenga la fiabilidad, pues, importa más cumplir (funcionalismo), que replantear desde criterios de análisis y de gusto.     

Según el Diario virtual español El Ibérico*, en un informe presentado por el novelista británico Howard Jacobson, ganador de uno de los premios literarios de mayor prestigio como es "Booker", se considera que "las nuevas tecnologías y las redes sociales crearán una nueva generación de jóvenes con poco aprecio a la lectura". De igual manera, el Diario virtual británico Independent, expone que, según este autor, "los niños serán analfabetos dentro de una generación debido al predominio de Twitter y otras plataformas sociales**.”Ya no puedo concentrarme ni leer tanto como lo hacía antes y uno de los problemas ha sido el uso de pantallas”***, alude el autor, quien, desde la óptica del deseo, ligado al comportamiento lector, considera que, precisamente, es el deseo el que está siendo impactado, negativamente, para que se favorezca la práctica de la lectura mediante matices de pausa y concentración, pues, las pantallas habían sido un "disparo" para que esto no suceda. 

Las redes sociales y los poslectores: ¿una nueva práctica de la lectura?

Observado desde la Teoría de la comunicación humana de Watzlawick (citado por Acosta, 2019, parr.16), “toda conducta y no sólo el habla, es comunicación y toda comunicación, incluso los indicios comunicacionales de contextos impersonales, afectan la conducta”. Así que, siendo las redes sociales, y los posrelatos que en ellas se dan, el núcleo de la comunicación contemporánea, dicha afectación ha transformado el comportamiento lector, de tal forma, que la práctica de la lectura cuenta hoy con un sinnúmero de defensas que, desde el sentido común, no son más que la excusa en que se amparan quienes "no les gusta leer"; y esto, en relación a la escritura, ha recalado, por ejemplo, en una práctica en la que el irrespeto por los derechos de autor, pareciera, enmarcar una "nueva subcultura social por el plagio".

Es claro el hecho de que la neosociedad acude, continuamente, a leer sus pantallas. Gran parte del tiempo estudiantil, laboral y social está determinado a mirar y leer los móviles y los computadores, lo que es de entenderse como una transición de las prácticas, exigida por las nuevas generaciones. Por lo tanto, y de acuerdo con Canclini (2015), "y si los comportamientos lectores se diversifican, cada vez más, la pregunta que nos dará más conocimiento no será cuánto sino cómo se lee" (p. 32). En este sentido, ese cómo en el que se enmarca el comportamiento lector en la actualidad, lleva a un interesante análisis respecto a la disposición y el modo en que los neolectores asumen y asimilan la práctica de la lectura.

En el ámbito educativo, por ejemplo, tal práctica está rodeada por una serie de problemas relacionados con la comprensión, la interpretación y la proposición textual. Al respecto, Solé (citada por García. Et. Al., 2017, p. 158) afirma que

              el proceso de lectura debe asegurar la comprensión a través de la puesta en marcha de 
              diferentes acciones que permitan a quien lee activar sus conocimientos previos para
              construir ideas sobre el contenido, organizar la información relevante, detenerse cuando lo 
              requiera e incluso regresar y reflexionar; lo que implica espacios para desarrollar una lectura 
              individual sin eliminar la posibilidad de concurrencias de diálogo y discusión.

Y, a pesar del trabajo de algunas instituciones educativas, la comprensión de lectura, en general, está sujeta a la voluntad, al deseo y disposición del educando. Pero, ¿cómo incidir con la lectura en estos aspectos, cuando éste último, desde su condición de ciudadano digital, no desprende su voluntad de la pantalla? Desde el sentido común, es posible que sea ésta la razón por la cual, la realidad de la lectura en los entornos educativos, esté cobijada por incipientes y funcionales niveles por parte de los educandos. Y, es posible, también, que éste sea el resultado de aquellos docentes que, aludiendo dejos tradicionalistas en sus pedagogías, promueven y exigen la lectura sin ellos practicarla. A la par de que, de igual manera, gran parte de su tiempo está sometido por la pantalla. Es decir, el comportamiento lector en las instituciones educativas moviéndose, solo, en medio de la diferencia de innovación entre una pantalla y otra.

De manera preocupante, entonces, es comprensible por qué la presentación de trabajos escritos en este ámbito, se ha venido sustentando en el plagio. Según el estudio El plagio y su relación con los procesos de escritura académica de la Universidad Nacional (2014), esto es producto de un hábito [lector] no infundado en Colombia. "[...] Los problemas de los estudiantes también pueden verse reflejados en lecturas superficiales y poco críticas, y en textos incoherentes y faltos de argumentación". Y prosigue afirmando que "los problemas de lectura y escritura de los estudiantes favorecen el plagio en cuanto que estas actividades están asociadas con procesos de pensamiento: si tú no escribes bien, no piensas bien" (p. 100). Es decir, el hecho de que, por una parte, el hábito de la lectura no sea infundado; y, por otra parte, la neovida infunda, desde el poder de la comunicación y el consumo, el acceso a los medios, recursos y fuentes tecnológicas, es una "gran receta" para desnutrir el pensamiento de las nuevas generaciones de educandos.   

En el ámbito social, y para observar el comportamiento lector, se considera necesario establecer la relación de sinonimia entre mirar y leer, puesto que si lo de modo de leer hoy, se relaciona con un paneo ocular de imágenes, emoticones y sintéticos mensajes rodeados por burlas y señalamientos. O, por virales hechos que no proveen información sustentable, pero, que generan una interacción con el otro, así sea pasional, acerca de personajes y políticos enmascarados por estereotipos y mentiras verdaderas o verdades mentirosas, estamos frente a un lector que actúa desde lo que cree su emoción; que acciona y reacciona con base en lo que le propone ese deslumbrante mundo de lo virtual, que movido de manera astuta, nos ha llevado, no, a la consolidación de una Red, sino, al tejido de las cuerdas que nos dicen que, movernos en la obra, es un asunto de reconocimiento. 

Lo curioso del caso es que en las redes cada quien depende de cada quien. Es decir, mi reconocimiento y los me gusta, dependen del que está al otro lado; y, por ende, el reconocimiento y los me gusta del otro, dependen de mí. Así que la lectura de lo que compartimos, en alusión a Celia Cruz, gira en torno a Songo le dio a Borondongo. Borondongo le dio a Bernabé. Es una rueda inconclusa en la que yo, como virtualector, me monto y entrego mi confianza a quien está al otro lado.

Así mismo, si se trata de ser lector de propuestas musicales cuyas letras ovacionan la falta de lectura y de metáfora, y donde la acústica ha sido cambiada por lo electrónico, somos partícipes de la configuración de un gusto lector que no acude al pensamiento y la sensibilidad, sino, a la corporización de la inspiración. Lo de sociedad en transición, lamentablemente, ha llevado a que no se perciban quiénes podrían ser emulo de los José José, Gustavo Cerati, Ismael Rivera, Silvio Rodríguez, Agustín Lara o la Sonora Matancera, entre muchos otros grandes, en tanto la aceleración no congenia con la sensibilidad, así que no queda otra que escuchar el repetido traqueteo de lo insonoro.

Así que todo este panorama anterior, podría enmarcarse dentro la consideración de los poslectores. Aquellos, quienes sustentan la práctica de la lectura en lo mediático e irreflexivo. Que acuden al oportunismo sintético para asumirse lectores comprensivos. Hacen crítica a la lectura sin leer. Su pensamiento se argumenta en las repetidas y sesgadas pautas noticiosas, lo que lo lleva a accionar de acuerdo a la noticia del momento. La poslectura y los poslectores en una sinergia de ambigüedades que establecen un comportamiento lector configurado por lo "no me importa", pues, el farandulismo, es más importante que la pausa, la interacción y la proposición, para asumir la proyección de la vida.   

-----------------------------------------------------------------
Fuentes bibliográficas y de consulta

- Acosta Vera, José María. (2019). Cómo afrontar con éxito una entrevista. Madrid: ESIC Editorial.
- Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe. (1994). Mito o realidad del libro. Bogotá: CERLALC.

- - Barbero, Jesús Martín. (2005). Los modos de leer. Bogotá: Centro de Competencia en Comunicación para América Latina.

- Cerrillo Torremocha, Pedro C.; Yubero Jiménez, Santiago; Martínez Soria, Carlos; Albentosa Hernández, José Ignacio. [Coord.]. (2007). La formación de mediadores para la promoción de la lectura. Cuenca: Fundación S.M.

- Cerrillo Torremocha, Pedro C.; García Padrino, Jaime. (1996). Hábitos lectores y animación a la lectura. España: Universidad de Castilla La Mancha.

- Conangla i Marín,  Maria Mercè;  Soler i Lleonart, Jaume. (2006). Posverdades emocionales. Madrid: Kálamo Editorial.

- Departamento Administrativo Nacional de Estadística. (2017). Encuesta Nacional de Lectura (ENLEC). Bogotá: DANE. Disponible en https://www.dane.gov.co/files/investigaciones/boletines/enlec/bt-enlec-2017.pdf

- Espinosa Arango, Carolina. (1998). Lectura y escritura. Teorías y promoción. Buenos Aires: Ediciones Novedades Educativas.

- García Canclini, Néstor. (2015). Hacia una antropología de los lectores. México: Universidad Atónoma Metropolitana.

- García García, Miguel Angel; Arévalo Duarte, Mayra Alejandra; Hernández Suárez, Cesar Augusto. (2018). La comprensión lectora y el rendimiento escolar. Bucaramanga: Grupo de Investigación en Pedagogía y Prácticas Pedagógicas (GIPEPP). Universidad de Pamplona.

- Ocho S., Ligia; Cueva Lobelle, Alberto. (2014). El plagio y su relación con los procesos de escritura académica. Bogotá. Universidad Nacional de Colombia.

- Zaid, Gabriel; Goldin, Daniel. (2006). Encuesta nacional de lectura: informes y evaluaciones. México: Universidad Nacional Autónoma de México.
___________________________________________

*El Ibérico. Periódico español en reino unido. (2017). Un novelista británico alerta de los peligros de utilizar las redes sociales. Disponible en https://www.eliberico.com/un-novelista-britanico-alerta-de-los-peligros-de-utilizar-las-redes-sociales/

**Independent. (2017). Twitter hará que los niños sean analfabetos en 20 años, dice el novelista Howard Jacobson. Disponible en https://www.independent.co.uk/news/uk/home-news/twitter-children-illiterate-20-years-howard-jacobson-novelist-social-media-booker-prize-winner-a7904291.html

***Ibíd 1.

**** Arcadia. (2018). Tres expertos hablan sobre la Encuesta Nacional de Lectura. Disponible en https://www.revistaarcadia.com/agenda/articulo/expertos-hablan-de-la-encuesta-nacional-de-lectura-colombia/68814

Fuente imágenes: https://pixabay.com

Mar 29, 2018

La pausa en la lectura en relación a la acelerada propuesta de la contemporaneidad


“La cultura científica es muy ventajosa como modelo de racionalidad por que […] ese hábito inveterado de la velocidad, chapucería y negligencia publicitada en los fenómenos de la vida  contemporánea, […] nos conduce inevitablemente a accidentes y errores por otro lado previsibles”.
El hombre emergente / Santiago Pascual 



Por: toto


Otrora, no se hubiera pensado que los aparatos fueran a regir, de tal manera, no solo las dinámicas económicas, políticas, educativas y culturales de la sociedad, sino, también, el modo de pensar, de sentir y de comportarse de sus miembros.

Al respecto, Pepe Mujica (expresidente de Uruguay) plantea que "el mundo de hoy nos tiene pensando como vivimos, cuando deberíamos estar viviendo como pensamos. Es decir, hoy, más que nunca, somos una pieza dentro del engranaje del sistema de la competencia, y por tanto, desencajarse de éste implica asumir los "rezagos" sociales, políticos y económicos a los que, supuestamente, quedaríamos propensos en caso de no ser parte de la globalidad; como si la tradición y el desarrollo local fueran un plato de sobras cuyos colores, sabores y vitaminas culturales, debieran desvirtuarse ante la palidezca cena de la competitividad y el agresivo mercado de la indolencia.     

¡Pero, en este sistema estamos!, y por más que lo desafiemos con posiciones y decisiones contrarias, en ocasiones, románticas, le respondemos, conscientes o no, para poder sobrevivirlo. La contemporaneidad ha supeditado nuestra relación con el otro al tiempo y el espacio. Por una parte, puesto que al tener que responder a jornadas laborales de hasta 12 horas, la familia solo cuenta con algunas escasas horas, por cierto empapadas de cansancio y estrés, en las que la charla con los hijos, hermanos y padres se va, también, en dialogar alrededor de lo hecho en el día, es decir, lo laboral. 

Por otra parte, resultado de lo anterior, la mayoría del tiempo de nuestro día a día la pasamos en el lugar donde laboramos, lo que se traduce en que es casi nuestro espacio de hábitat. A esto también han sucumbido los amigos y, hasta… ¡la mía vita!, dirían los italianos.     

En torno a este panorama Virilio (2006) plantea el concepto de dromología (cuya etimología alude a los griegos con la voz drómos: pista de carrera), que hace alusión a que todo va cada vez más veloz. Arlandiz (2011) asume este planteamiento como “la secuencia que comprendía tres elementos, partida, viaje y arribo, ha ido perdiendo su elemento intermedio, reducido en muchos casos a lo instantáneo, simultáneo y virtual” (p. 82). 

Asimismo, Virilio ((citado por Bastidas, 2015considera que esa vertiginosa o centuria velocidad absoluta de transformación del mundo, ha llevado a la configuración de unas dinámicas sociales caracterizadas por “la instantaneidad, la ubicuidad y la inmediatez” (p. 36), en las que, al parecer, los sujetos solo se dedican a actuar conforme lo proponen el desarrollo y los aparatos, los cuales, de acuerdo a su nivel de innovación, les van estableciendo el ritmo en que se deben mover en sociedad, en razón de entrar a hacer parte de la neovida.

Así las cosas, no es difícil comprender la razón de ser de las aceleradas decisiones de los gobernantes, en las que prima el bienestar del mercado sobre la calidad de la vida humana. Para,  luego,  jactarse, por ejemplo, mostrando programas de gobierno para la nutrición y la vivienda, aun, cuando se sabe que estos son un derecho.

A la educación se le ha metido en esta “olla” del desenfrenado mundo de la competitividad, y por tanto, la formación debe responder a estándares tecnicistas a partir de los cuales se enseña para el hacer y no para pensar ese hacer en pro del bienestar humano.

A esto se suma el hecho de la transculturización de los comportamientos, en tanto se debe estar a la moda de lo que genera el mundo del desarrollo. Una caricatura de ello es que, en nuestro contexto y tiempo, por ejemplo, montábamos en patineta con los amigos, hoy, se practica el skateboard. Antes, nos hacíamos autorretratos, producto de la sensibilidad, hoy, se toman selfies, producto de los estereotipos. Es decir, la afanada ansia por estar en vez de ser, ha trastocado el arte de vivir en sociedad y generado expresiones donde la esencia es víctima de bullying cultural, social, etc., por estar por fuera de la farandulesca vida contemporánea.  

De ahí entonces, que las prácticas sociales han cambiado. En el ámbito familiar las relaciones e intercambios están mediados por la nueva “nana” en que se han convertido los aparatos, derivados de ese desarrollo. En consecuencia, algunas tradiciones que bien podrían defenderse, se han visto supeditadas a la aceleración. La oralidad, como elemento de transmisión, se puso audífonos. El abrazo materno o paterno dio paso al in o al out, éste último, como una viva muestra de estar promoviendo “el oso”.

En al ámbito escolar, igualmente, el proceso enseñanza – aprendizaje debe responder a la inmediatez. Los aparatos, aunque una herramienta de apoyo pedagógico, también han mediado la relación humana estudiante – maestro. En ocasiones, hasta el diálogo que se pueda generar en el aula alrededor de un tema, debe esperar por la respuesta al mensaje del celular. Mientras, el maestro debe poner a competir su enseñanza con lo instantáneo de las imágenes, la música, los textos, etc., del aparato; los estudiantes ponen su disposición para el aprendizaje en la pantalla de su distracción. ¡Esta es la ventaja de la nueva “nana”! ¡Se puede ir con ella a todas partes!

Se aclara que no es que se esté en oposición al desarrollo tecnológico, sino, que se hace una crítica respecto al cómo la hemos asumido los humanos. La tecnología es una herramienta para la vida, no para volver la vida una herramienta. Bién lo diría Charles Chapiln (1940): No sois máquinas, ¡hombres es lo que sois!



Y a todas estas… ¿qué hay de la práctica de la lectura en la contemporaneidad?

Los nuevos modos de leer son una realidad. El soporte físico del libro, su adquisición y acceso ha entrado a compartir con lo digital y lo virtual. La “vieja guardia” correlaciona su accionar con las dinámicas de la nueva generación, a pesar de debates entre lo romántico y lo práctico; pues, lo que es claro es que no se puede pelear con lo que nos posibilita la agilización de procesos.

En este sentido, la pregunta acerca de ¿cómo se lee hoy? conlleva a la presente reflexión, más, gira, también, a su alrededor, y de nuevo, la pregunta de ¿qué es leer hoy?

Frente a esto, es necesario tener en cuenta el contexto dromológico planteado por Virilio (2006). La centuria de la velocidad absoluta presume que la práctica de la lectura hoy se caracterice por lo mediato y lo preciso; esto es, pareciera como si el detalle de la fórmula, del drama y de la obra tuviesen que sucumbir ante el aclamado y paranoico tema del momento. El tiempo y el espacio para la asimilación y el asombro deben responder al instante, de lo contrario, danzan en lo "aburrido".

Esta dromología actual generó que los sujetos asumieran comportamientos que deben responder a las exigencias económico/políticas y sociales para poder estar en este mundo congraciándose de infinidad de productos que llevan al “bienestar”. En este sentido, la cultura y la recreación dependen de cuan productivo soy, es decir, el cine, el teatro, la música, la pintura, la lectura, entre otros, quedan supeditados a ¿qué tanto dinero y disposición tengo? En primer lugar, puesto que el acceso a la oferta cultural implica contar con la suficiencia económica para asistir a obras o muestras de arte que nos lleven a estados de satisfacción. Pero, en segundo lugar, es necesario tener la disposición para disfrutar de éstas, y ello requiere desligarse de asimilaciones y comportamientos acelerados que, por seguro, llevarán a altos grados de insatisfacción.

En este segundo aspecto, la práctica de la lectura, bien sea por necesidad o por gusto, requiere de una consciente disposición desde donde se pueda intercambiar, con profundidad, con autores y textos. Es difícil practicar la lectura cuando, al placer y al análisis, le anteponemos la inmediatez y la velocidad. Cuando supeditamos la comprensión del método y el diálogo con el drama a la síntesis práctica del tecnicismo.


La pausa en la práctica de la lectura

Es en este escenario en el que la pausa toma importancia como estímulo para la disposición. Vista, desde la Psicología del desarrollo, y en torno al acto mamario del bebé, por ejemplo, Perinat & Lalueza (2007) plantean que la pausa que éste hace tiene la función de permitir la intervención de la madre para el reaprendizaje.

La Psicología educativa dice que la pausa es producto del “cambio de turnos” conductuales desde donde se tejen relaciones diádicas que conllevan a un dar y recibir. Por su parte, la Psicología social alude que la pausa sobrelleva una mayor compostura para la meditación, y por consiguiente, se aleja de presiones que interrumpen la comunicación.

En este orden de ideas, bien como acto de reaprendizaje, de relaciones diádicas o para el intercambio, la pausa es un aspecto sustancial en la relación autor – lector. Por lo tanto, prescindir de ella en la práctica de la lectura, posiblemente, puede influir en la transmisión de la cultura y el saber y en la manera en que nos comunicamos con los diferentes ámbitos del medio social.


De ahí que en el ámbito familiar, como escenario cultural donde se genera la costumbre, la pausa se convierte en un eslabón fundamental para proveer, de acuerdo con Bourdieu (2008), los mecanismos de disposiciones duraderas como base del hábito de la lectura. Es decir, en este ámbito se pueden dar una serie de simbologías y acciones que inciden en la transmisión.

Esto es, el hecho de que en los hogares exista una biblioteca; que se cuelgue cuadros de pintura, de grandes personajes de la historia; que los hijos vean a sus padres leyendo y dialogando en torno a un tema, entre otras, se traduce en la simbología para que el hábito se transmita entre miembros adultos y jóvenes.

Asimismo, en tanto se asuman espacios de lectura en voz alta; que se dialogue alrededor de temas económicos, educativos, de farándula, de comida; que se recurra a galerías, cine, teatro, conciertos, ferias del libro, etc., el ámbito familiar está sembrando las futuras pausas para la práctica de la lectura como hábito, desde el cual, en ocasiones, se puede contraponer a la acelerada oferta del mercado.

Por consiguiente, la pausa en la familia, posibilita un ritmo de vida en el que los jóvenes intuyan la manera de correlación con los adultos, no desde la óptica del utilitarismo, sino, más bien, desde la captación del ejemplo, la admiración y el reconocimiento. A su vez, los adultos establecen los marcos diferenciales de las nuevas generaciones, sin dar paso al juicio por la tradición.

Pausa y hábito lector en la familia como cadena para establecer, con claridad, los momentos en que se responde a los requerimientos del veloz mundo contemporáneo. De ahí que padres e hijos necesitan advertir que las apetencias económicas y de las nuevas “nanas” tecnológicas, pueden tener un tiempo y un espacio, siempre y cuando, sea en el segundo o tercer momento, cuando sus miembros acudan a sus íntimos espacios y tiempos.

En cuanto al ámbito escolar, la lectura como práctica para la comprensión y la interpretación, necesita de la pausa para poder entablar los diálogos de asimilación de los temas; pero, al tiempo, para estrechar el lazo entre la escuela y la familia.

En el proceso de enseñanza – aprendizaje la pausa se traduce en un silencio para la captación y el reforzamiento. Para considerar que en su relación con la lectura posibilita llegar al qué, al por qué, al cómo y al para qué del saber y de las artes. Se convierte en una oportunidad para correlacionarse con el mundo de la ciencia, de la imaginación, la creatividad y la ficción desde donde se pueden considerar los momentos para pensar y actuar en torno a la competitividad y la complacencia.

Puesto que la enseñanza – aprendizaje es un proceso, es obvio que, también, en este ámbito, la pausa implica tener en cuenta simbologías y acciones alrededor de la lectura. Si los estudiantes ven leer al maestro en su sala, en la biblioteca, en el lugar de descanso, en la cafetería, etc. Si la institución considera un plan institucional/transversal de lectura, se estará brindando los espacios y tiempos simbólicos desde los que se estimulará en la visión del estudiante la práctica de la lectura.   

De igual manera, si producto del plan de lectura se realizan actividades institucionales donde se promueva la representación artística/cultural, la lectura y la recreación; y desde el cual cada asignatura, área o núcleo inicien sus temáticas con pausas que comprendan lectura en voz alta, la narración oral, entre muchas otras, se estarían ejecutando acciones que invitan al estudiante a asumirlas, replicarlas y discutirlas en relación a las ejecutadas en su familia.

Así entonces, familia y escuela como espacios donde la pausa posibilita la consolidación del hábito y la comprensión de la lectura a los futuros sujetos sociales, quienes cuentan con las bases de transmisión y formación propias para enfrentar, de manera tranquila y desacelerada, las dinámicas del desarrollo. Es decir, donde el mensaje se escucha y analiza; el escrito se lee y se refuta y la interacción se sustenta en espacios y tiempos que sobrepasan la vertiginosa carrera por responder con el producto y la farándula. 

Pausa, familia y escuela como espacios en los que el sujeto retoma lo social humano desde los momentos que se necesitan para relacionarse con el otro.     


_______________________________________________


Fuentes bibliográficas



-       Arlandis López, Sergio; ‎ García García, Miguel Ángel. (2011). Olvidar es morir: Nuevos encuentros con Vicente Aleixandre. España: Universitat de Valéncia.

-       Bourdieu, Pierre. (2007). El sentido práctico. España: Siglo XXI Editores.

-   Bastidas Urresty, Édgar. (2016). El nuevo milenio y las tecnologías. Bogotá: El Tiempo - (versión virtual). Disponible en http://www.eltiempo.com/archivo/documento/CMS-16649879

-    Canclini, Nestor García. (2015). Hacia una antropología de los lectores. México: Ediciones Culturales Paidós, S.A., de C.V.

-    Kimble, Charles; Pecina Hernández, José Carmen. (2002). Psicología social de las Américas. México: Pearsons Editores

-   Padilla Sierra, Gloria; Ramos Tejeda, Magdalena. (2002). Psicología del aprendizaje. México: Editorial El Manuel Moderno

-    Perinat, Adolfo; Lalueza, J.L. (2007). Psicología del desarrollo: un enfoque sistémico. Barcelona: Editorial OUC.

-    Virilio, Paul. (2006). Velocidad y política. Buenos Aires: Editorial La Marca.

  
     Fuentes imágenes
    
   
    
 http://disonancias-zapata.blogspot.com.co/2016/08/paul-virilio-el-cibermundo-la-politica.html

http://www.curiosity.media/el-discurso-de-chaplin-a-favor-de-la-democracia-y-contra-la-avaricia-el-odio-e-intolerancia-cumple-75-anos/

https://cafecomsociologia.com/pierre-bourdieu-la-logica-de-los-campos-habitus-y-capital/



La promoción de lectura desde el usuario de la información

Por toto   El verbo leer no soporta el imperativo. Daniel Pennac   La presente reflexión en torno a lo que implica promover ...